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miércoles, 20 de enero de 2010

EVOCACIÓN / Estela Couvert Tronco

Elisabeth Vigee Lebrun
Autoretrato de la pintora con su hija Julie (1789)


Me gustaba oir su corazón como relojito toc, toc, toc, toc, compás extraordinario de vida, poco a poco me hundía en su latido, en su cuerpo tibio y maternal como si aún me guardara en su seno.

Era un inmenso sentimiento de paz y seguridad, mi madre como todas las madres, tierna y permisiva me permitía dormir en ocasiones la siesta con ella, me abrazaba y dejaba que pusiera mi oido en su corazón.

La provocaba a que me hablara, le decia: -dime algo mami, quiero escuchar hablar a tu corazón- y me concentraba tanto en el rítmo cardiaco como en la voz vibrante que parecía desdoblarse en ecos profundos. Experimentaba una sensación de desprendimiento y me alejaba flotando en un mundo extraordinario que tenía un mismo compás.

El eco de su voz poco a poco me atraía nuevamente a la realidad cuando ella me apartaba suavemente y procedía con sus labores hogareñas.

Era una niña y aún escucho su voz mágica emergiendo de las profundidades del recuerdo e inquieta miro hacia el cielo buscando el titilar de las estrellas que semejan el latido cósmico universal.

AUTORA: Estela Couvert Tronco


EDAD: 63


PAÍS: México

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